Carrie

Carrie Citas y Análisis

“¿Qué esperas, Carrie? ¿El juicio final? La campana sonará dentro de cinco minutos”.

Miss Desjardin, p.11

Una de las primeras escenas de Carrie es aquella en la cual la joven es acosada por sus compañeras en las duchas por haber tenido su primera menstruación. La entrada de Miss Desjardin, profesora de gimnasia, dispersa a las jóvenes. La pregunta por la espera de Carrie al día del juicio final gana sentidos a lo largo de la novela cuando vemos que, finalmente, la adolescente cobra venganza de tanto acoso sufrido con la mayor de las violencias, al desatar sus poderes telequinéticos. Estos poderes se despiertan, casualmente, el día en que Miss Desjardin le pregunta irónicamente si espera el día del gran juicio para salir de la ducha.

“El círculo que la rodeaba era como la sangre: podías limpiarla una y otra vez y estaría siempre allí, indeleble, sucia”.

Narrador, p.31

Carrie “había intentado deshacer el círculo que la rodeaba como a una playa desde el primer día que salió (...) de la calle Carlin para dirigirse a la escuela primaria” (p.30), pero ese círculo, que no es más que la fuerte represión que la sofoca, fruto del acoso escolar, no se deshace. Como la sangre, es indeleble y sucio. Desde ese primer día de clases, en el que se dirige a la escuela con una Biblia bajo el brazo, sufre las burlas e insultos de sus compañeros.

La imagen del círculo de sangre cobrará a lo largo de la novela otras implicancias cuando Carrie se vea a sí misma, en principio, rodeada de sangre en las duchas de la escuela debido a su primera menstruación y, sobre todo, en la fiesta de primavera, rodeada de sangre de cerdo producto de una broma pesada, la broma definitiva que desencadena su venganza y el clímax del relato.

“[T]odo el culto se había llevado a cabo en casa. Su madre organizaba servicios religiosos los domingos, los martes y los viernes. Ella los llamaba días santos. Mrs. White era el ministro y Carrie los fieles. Las ceremonias duraban entre dos y tres horas”.

Narrador, p.61

El fanatismo religioso de Mrs. White resulta hiperbólico, aunque no por eso inverosímil. La mujer cree que en su hija habitan fuerzas demoníacas y, de este modo, todo su accionar represivo a través de la religión resulta, desde su punto de vista, justificado y necesario. Su culto fanático es tal que no hay iglesia que pueda contenerla: Mrs. White parece creer que es la única verdadera religiosa de toda la ciudad y se abre de la institución de la que participaba en la juventud. Que el culto se realice en casa, solo entre ambas, habilita un nivel de autoritarismo por parte de la madre que deviene en actos de violencia física y psicológica extrema que nadie puede atestiguar.

“—¿Por qué no me lo dijiste? —gritó [Carrie]—. ¡Oh, mamá, estaba tan asustada! Y todas las chicas se rieron de mí y me arrojaron cosas y…
Su madre se había estado acercando y en ese momento su mano se alzó ágil y veloz, una mano dura, callosa, llena de músculos. La golpeó en la mandíbula con el dorso y Carrie, llorando a gritos, cayó sobre el suelo del vestíbulo”.

Carrie y narrador, p.61

Además de que esta cita ilustra una de las escenas de violencia de Mrs. White hacia Carrie, muestra también cómo la adolescente, a pesar de haber crecido en un mundo completamente filtrado por el fanatismo religioso de la madre, sabe en su fuero íntimo que ella debería haberle dicho lo que iba a pasar con su cuerpo al menstruar por primera vez. A pesar de haber recibido los más duros castigos por parte de Mrs. White, Carrie no deja de buscar la contención de su madre al decirle lo asustada que estaba en ese momento. La agresiva respuesta de su madre no es sino otro de los catalizadores que irán desencadenando los poderes telequinéticos de Carrie, fuerza que nace, ante todo, como respuesta al maltrato que recibe.

“Y, en ese momento, cuando Chris intentaba furiosa pasar junto a ella para salir, tendió las manos y la empujó violentamente contra una hilera de mellados armarios (...). Los ojos de Chris se desorbitaron con asombrada incredulidad. Luego, una especie de furia demencial invadió su rostro.
—¡No puede golpearnos! —-gritó—. ¡Esto le va a costar el puesto! ¡Ya lo verá tía cerda!”.

Narrador y Chris Hargensen, p.70

Miss Desjardin, profesora de gimnasia, es quien les comunica a las jóvenes que acosaron a Carrie en las duchas el castigo que recibirán por esa conducta inapropiada. Sin embargo, ella misma tiene una conducta inapropiada con las adolescentes. En primer lugar, le da una bofetada a Carrie cuando la encuentra en un ataque de histeria en las duchas. Más adelante, en la escena que se cita arriba, empuja a Chris Hargensen, la alumna que comandó el hostigamiento a Carrie. Los adultos, entonces, parecen no ejercer ni la contención ni el control de los adolescentes en la escuela a través de límites claros y no violentos.

"Cuando han muerto doscientas personas y se ha destruido una ciudad, resulta fácil olvidar una cosa: sólo éramos unos adolescentes, unos chicos que tratábamos de hacer las cosas lo mejor que podíamos...".

Sue Snell, p.90

Esta cita proviene de un fragmento insertado en la trama dominante de la autobiografía de Sue Snell. En ella, Sue manifiesta lo complejo que es el caso de Carrie, e intenta desandar los motivos por los cuales ocurrió lo que ocurrió. Hace énfasis en el hecho de que tanto los agresores de Carrie como la joven misma eran tan solo unos adolescentes. Esta insistencia tiene que ver con algo que la novela se ocupa de retratar, y es el hecho de que el mundo adulto, desde el inicio del relato, no contiene ni acompaña los procesos de los adolescentes, ni resuelve los conflictos que se producen entre ellos, sino que los chicos están de alguna manera librados a su propia suerte.

“Las chicas somos capaces de un ensañamiento que los muchachos no entienden realmente. Los chicos molestaban a Carrie a ratos y después la olvidaban, pero ellas… no paraban nunca y ni siquiera recuerdo cuándo comenzó. Si yo estuviera en lugar de Carrie, no me atrevería a mostrarme al mundo. Buscaría una gran roca para esconderme”.

Sue Snell, p.92

Resulta inevitable vincular esta cita con la mención que el narrador hace al comienzo del texto de un panfleto en la casa de Carrie que, de alguna manera, la atormenta. El panfleto “mostraba a un pecador (el estado de su alma resultaba obvio a causa de la agonizante expresión de su rostro) que se arrastraba intentando meterse debajo de una roca. El título rezaba: «¡Ni la roca lo esconderá ESE DÍA!»” (p.46) En su reflexión, Sue se refiere a que, de ser como Carrie y recibir tanto abuso y acoso, buscaría una roca para esconderse. Como contrapartida, en el mundo privado del hogar, en el que el panfleto tiene un lugar privilegiado en una mesita cerca de la entrada, quien debe esconderse bajo una roca es el agonizante pecador. Este contraste entre las dos imágenes de quien debe guarecerse bajo la roca juega con la ambivalencia del personaje de Carrie, pecadora y mártir a la vez.

“Y, por último, hicieron la película (...). Cuando salí, sentí verdadero asco. Cada vez que sucede algo importante en Estados Unidos tenemos que colorearlo y ponerlo en un marco. De ese modo, uno ya puede olvidarlo. Y olvidarse de Carrie White puede ser un error gravísimo; nadie parece darse cuenta…”.

Sue Snell, p.109

Resulta paradójica esta cita, no tanto porque, efectivamente, Carrie haya sido llevada al cine dos años después de su publicación y haya sido un éxito, sino porque, además, la novela culmina con la evidencia de que hay una bebé en Tennessee con los mismos poderes que Carrie. El comentario de Sue resulta entonces una suerte de anticipo de lo que puede venir, por un lado, y de diagnóstico de la sociedad estadounidense, en tanto perpetradora del sufrimiento de los adolescentes diferentes, por el otro.

“Algunos corrieron y fue malo para ellos, porque en ese momento toda la calle estaba sembrada de cables y comenzó el olor y comenzó la quemazón. La gente empezó a gritar y a retroceder y tocó los alambres y se vio presa de una espasmódica danza eléctrica. Algunos ya estaban tumbados sobre la calzada con sus batas y sus pijamas ardiendo lentamente”.

Narrador, p.212

La violencia de Carrie es extrema e implacable. La venganza cobra dimensiones hiperbólicas. No solo electrocuta a todos dentro del gimnasio, y luego hace volar el lugar por el aire, sino que destroza todo a su paso y electrocuta también a los curiosos que se acercan a ver qué pasa, imantados, también, por su poder telepático. Las imágenes que King utiliza en esta parte son de un fuerte contenido visual y cinético, y es por estas escenas que se considera a Carrie una novela cinematográfica.

“¿Qué pasa si hay otras como ella? ¿Qué va a ser del mundo?”.

Mrs. Simard -testigo-, p.218

Luego de la muerte de Carrie, el nacimiento de una bebé con sus mismos poderes deja al lector en suspenso. Si bien en esta cita resulta evidente que la pregunta apunta a dejar una cuota de miedo por el futuro, en tanto pueden existir otras personas capaces de matar a cientos de personas en una noche y destruir una ciudad, hay un sub texto también interesante al que atender. Si Carrie es un relato sobre el acoso escolar, la violencia doméstica y la represión de los niños y adolescentes por parte de sus padres y el entorno, ¿qué pasa con las otras como Carrie? La pregunta por si todas esas personas se verán arrastradas a la explosión debido a la presión fóbica a la que se ven expuestas es también una pregunta que se mantiene abierta a través de esta cita en el texto.