La importancia de llamarse Ernesto

La importancia de llamarse Ernesto Resumen y Análisis Acto II (Primera parte)

Resumen

En el jardín de la casa de campo de Jack, Miss Prism dialoga con Cecily, que está regando las plantas. Le dice que abandone una tarea tan utilitaria como esa y vuelva a su lección de gramática alemana, que así es como lo quiere su tutor. Hablan sobre Jack y su seriedad, su sentido del deber y de la responsabilidad, además del modo en que se preocupa por su hermano Ernest. Cecily dice entonces que le gustaría que Jack permitiera a su hermano venir a la casa de campo, ya que ellas podrían ejercer buena influencia sobre él. Miss Prism responde que ella no está interesada en reformar a nadie. Conversan hasta que llega el cura Chasuble. Cecily intenta impulsar a que Chasuble y Miss Prism se vayan a pasear juntos. Chasuble hace un elogio sobre los labios de Miss Prism y luego rápidamente cambia de tema, preguntando por el señor Worthing. Miss Prism responde que volverá de Londres el lunes por la tarde. Luego, le dice a Chasuble que vayan a dar un paseo y le ordena a Cecily que estudie mientras tanto.

Cecily está sola, por empezar a estudiar, cuando Merriman anuncia la llegada de Ernest Worthing, hermano de Jack, quien manifestó su deseo de hablar con Cecily a solas. Ella da la orden de que Ernest se presente. Aparece de inmediato Algernon, simulando ser Ernest. Cecily se alegra de finalmente conocerlo, y luego le pregunta por qué está allí si su tío Jack no vuelve hasta el lunes. Algernon responde que, lamentablemente, el lunes mismo debe volverse a la ciudad. Cecily dice que debería quedarse a esperar a Jack, que quiere hablarle sobre su emigración. Algernon pregunta a qué se refiere, y Cecily le explica que Jack está comprando todo lo necesario para la emigración de Ernest a Australia. Algernon dice que prefiere morir antes de emigrar a Australia. Cecily le pregunta si se cree suficientemente bueno para quedarse, y Algernon responde que esa es tarea de ella, que deberá reformarlo. Ella responde que no tiene tiempo de hacer tal cosa, pero lo invita a entrar con ella a la casa. Algernon dice a Cecily que es la muchacha más bella que ha visto nunca. Cecily responde que Miss Prism le advirtió que toda belleza física es una trampa. Algernon dice que, en ese caso, se trata de una trampa en que cualquier hombre sensato gusta caer. Entran a la casa.

En el jardín, reaparecen Miss Prism y Chasuble, conversando. Ella le dice que él debería casarse, porque la soltería convierte al hombre en una tentación pública permanente. Chasuble pregunta si un hombre pierde el atractivo cuando se casa, y ella contesta que, ya casado, es sólo atractivo para su mujer. Luego, afirma que sólo son fiables las mujeres maduras.

Llega Jack, vestido de luto, y sorprende a ambos, ya que no lo esperaban hasta el lunes. Jack informa que su hermano, Ernest, falleció. Miss Prism dice que espera que Ernest pueda aprovechar tal lección. Chasuble da su pésame. Jack dice que Ernest murió en París, de un fuerte resfriado. Chasuble ofrece hacer alguna alusión al asunto en la próxima misa. Jack, aprovechando el tema, le pregunta si lo puede bautizar. Acuerdan realizar la ceremonia esa misma tarde.

Cecily sale a recibir a Jack, y le anuncia alegremente que su hermano lo espera en el comedor. Todos se sorprenden por la noticia, y Jack se estremece al ver a Algernon. Algernon le habla haciéndose pasar por su hermano Ernest, y dice haber venido a disculparse por los disgustos causados y que promete empezar a llevar una vida mejor. Jack se niega a estrecharle la mano, pero Cecily insiste en que Ernest no es tan malo, ya que, por ejemplo, cuida de un amigo inválido llamado Bunbury. Algernon dice que la frialdad de su hermano para con él le resulta dolorosa. Cecily dice a Jack que si no estrecha la mano de su hermano no lo perdonará nunca, por lo que Jack se resigna y saluda a Algernon. Contenta por haber reconciliado a los hermanos, Cecily sale junto a Miss Prism y Chasuble.

Ya a solas, Jack le dice a Algernon que debe irse de inmediato y que no le permitirá “bunburyzar” en ese lugar. Acto seguido, ordena a Merriman que prepare un coche para que su hermano se retire de inmediato. Luego, Jack y Algernon discuten. Algernon dice que Cecily es muy bonita y que no va a irse mientras su amigo (Jack) esté de luto. Jack entra a la casa para cambiarse, y sale Cecily. Algernon le comenta a ella que Jack piensa echarlo, y que deben despedirse. Cecily anota algo en su diario, y cuando Algernon le pregunta por la finalidad, ella le pide que dicte lo que quiera decir para que ella pueda registrarlo. Algernon dicta elogios hacia Cecily y ella los transcribe.

Merriman aparece para informar que el coche está en la puerta, y Algernon le pide que informe al conductor que pase a buscarlo la semana siguiente a la misma hora. Luego, le dice a Cecily que la ama y le propone casamiento. Cecily le dice que están comprometidos desde hace tres meses. Le cuenta que, al saber que su tío tenía un hermano llamado Ernest, y discutir sobre él con Miss Prism, acabó enamorándose de él. Algernon le pregunta cuándo se comprometieron. Cecily dice que aceptó su propuesta el pasado catorce de febrero, bajo un árbol. Y que al día siguiente compró un anillo en su nombre, además de una pulsera que le prometió llevar siempre. Cecily le muestra luego la caja en donde guardó todas las cartas de Ernest. Algernon le dice que él no le escribió ninguna carta, y Cecily dice que por eso ella se vio obligada a escribirlas por él. También le informa que rompieron el compromiso el último veintidós de mayo. Pero que luego volvió a perdonarlo. Algernon le ruega que nunca vuelva a romper el compromiso. Cecily dice que no podrá hacerlo ahora que lo conoce personalmente, además del asunto de su nombre: siempre quiso amar a alguien llamado Ernest, y compadece a las mujeres que se casen con hombres que no se llamen así. Algernon le pregunta si lo amaría si él tuviera otro nombre, como por ejemplo “Algernon”, y Cecily responde que no. Entonces Algernon pregunta por el cura del lugar, diciendo que quiere verlo urgentemente por el tema del bautismo. Inmediatamente, se corrige y dice que quiere verlo por un tema urgente. La besa y se va.

Análisis

En este acto, los epigramas dejan lugar a una mayor presencia de herramientas propias del dispositivo de la comedia clásica, como la repetición de diálogos o de acciones. Por ejemplo, encontramos repetición cuando Cecily sentencia que el nombre Ernest le inspira “absoluta confianza” -mismas exactas palabras que Gwendolen en el acto anterior-, o también en el equívoco de Algernon cuando dice, frente a Cecily, que debe bautizarse -mismas palabras de Jack en el acto anterior-. De la misma manera, la escena en que Algernon pregunta a Cecily si ella lo amaría si su nombre no fuera Ernest funciona en espejo con la escena similar en el acto anterior protagonizada por Jack y Gwendolen. Esta estructura de repetición o de “espejo” bien puede tomarse, además de como herramientas propias de la comedia clásica, como un conjunto de manifestaciones escénicas de uno de los mayores temas de la pieza, que es el del doble. "Espero que no haya llevado una doble vida, pretendiendo ser malo y siendo en realidad bueno en todo momento. Eso sería una hipocresía" (pp.63-64), dice Cecily.

El parlamento de Cecily en su diálogo con Algernon, explicita el tema principal de la obra. En una pieza cuyo principal foco se coloca en la hipocresía de la sociedad victoriana, en la cual las personas ocultan su verdadera oscuridad bajo la máscara de la decencia social, el ingenio del autor consiste en invertir los términos: la indignación de Cecily responde al hecho de que Ernest haya pretendido ser malo, siendo en realidad bueno. Más allá de la inversión de valores -producto de la búsqueda de un efecto satírico-, lo que se mantiene vigente en el parlamento de Cecily es la crítica al estatuto dual de las personas en sociedad: pareciera que todos, en la sociedad victoriana, visten algún tipo de máscara social, sea lo que sea que escondan detrás de ella. En esta obra, incluso aquellos personajes de aparentemente mayor transparencia -Gwendolen y Cecily-, ven su deseo orientado mucho más a una “máscara” que a la persona detrás de ella: ambas muchachas priorizan el nombre “Ernest” antes que a la calidad de hombres que así se llamen. "No debe reírse de mí, querido, pero siempre soñé en amar a alguien que se llamara Ernest. Hay algo en ese nombre que parece inspirar absoluta confianza. Compadezco a la mujer casada cuyo marido no se llame Ernest" (p.84), dice Cecily.

Declaraciones como éstas ponen en escena, una vez más, el protagonismo de la hipocresía incluso en aquellos campos que podrían entenderse más regidos por sentimientos genuinos, como lo es el amor. A Cecily, el nombre “Ernest” le produce los mismos sentimientos que a Gwendolen: ambas creen que inspira absoluta confianza, y sólo quieren casarse con hombres que se llamen así. Las muchachas no buscan enamorarse de estos hombres por lo que son, sino simplemente por lo que representan. Y, paradójicamente, encuentran confianza en un nombre falso. La ironía de la situación aumenta si se tiene en cuenta el juego de palabras detectable en el idioma original. Lo que inspira confianza a Cecily es tener un marido que aparente responsabilidad y honestidad, un hombre serio (“earnest”), y por lo tanto, el anhelo es desplazado de esa cualidad a un nombre homófono (“Ernest”). Lo paradójico del razonamiento se evidencia por el contexto al que pertenece el parlamento: la obra constantemente pone en escena la no correspondencia entre la máscara y lo que hay detrás, lo cual en términos de lenguaje equivale a una no correspondencia entre la palabra y la cosa (el nombre y lo que nombra). Esta no correspondencia es exhibida, por la pluma de Wilde, hasta el exacerbamiento, en tanto los hombres llamados Ernest no sólo no son serios sino que ni siquiera se llaman Ernest.

La escena entre Cecily y Algernon pone en evidencia el tema del matrimonio como una farsa, un mero dispositivo social que nada tiene que ver con el amor o la conexión entre las personas, sino con las ideas previas y los propios prejuicios de cada individuo. La aceptación de Cecily a la propuesta matrimonial de Algernon no responde en absoluto a un acto de amor: ella lo aceptó, incluso, antes de conocerlo, simplemente por su nombre. El tema del matrimonio por arreglo se revela en esta escena de un modo exacerbado, en tanto la muchacha coordinó y realizó su propio compromiso sin contar con la presencia de su prometido:

ALGERNON: Amada mía, ¿Y cuándo nos prometimos realmente?

CECILY: El catorce de febrero último. Cansada de que usted ignorase por entero mi existencia, decidí terminar con eso de una forma u otra, y después de muchas cavilaciones le acepté a usted bajo ese viejo y querido árbol. Al día siguiente compré esta sortija en su nombre, y esta es la pequeña pulsera con el verdadero lazo de amor que le he prometido a usted llevar siempre.

ALGERNON: ¿Yo se la he regalado? Es muy bonita, ¿verdad?

CECILY: Sí; tiene usted un gusto maravilloso, Ernest. Esa es la excusa que yo siempre le he dado a su mala vida. (p.82)

Cecily, al igual que Jack y Algernon, inventó a un personaje. A partir de sus propios ideales, su imaginación y el interés y confianza que le producía un simple nombre, construyó a un ser ficticio con quien, incluso, llegó a comprometerse. Cecily es incluso más creadora de Ernest que los hombres que se hacen pasar por él: ella es la autora de un Ernest Worthing ficcional, en tanto literalmente escribió cartas firmadas por él:

CECILY: Y esta es la caja en la que guardo todas sus amadas cartas.

ALGERNON: ¡Mis cartas! Pero, Cecily mía, yo nunca le he escrito ninguna carta.

CECILY: No necesita usted decirme eso, Ernest. Recuerdo perfectamente que me vi obligada a escribir sus cartas por usted. Escribí tres veces a la semana y a veces más. (p.82)

Con la presencia de Algernon haciéndose pasar por Ernest Worthing, la trama se complejiza en este acto: Jack necesita eliminar al falso “Ernest” antes de bautizarse con ese nombre esa misma tarde. El hecho de que los nombres tengan un rol tan importante en la trama es también una manifestación del tema de la hipocresía social. El nombre tiene en la obra un valor equivalente a una etiqueta, una máscara por la cual las personas de sociedad se reconocen entre sí. Pero además, el tema de las identidades dobles tiene, en este acto, consecuencias en la trama, plena de enredos y malentendidos que logran un efecto cómico. Por ejemplo, Jack viste de luto y anuncia la muerte de su hermano que, encarnado en Algernon, está en ese momento en su misma casa. El cinismo del personaje de Algernon se ve exacerbado cuando Jack le ruega que se retire de su propiedad: "No me marcharé mientras tú estés de luto. Sería una enorme falta de amistad. Si yo estuviera de luto supongo que tú te quedarías conmigo. Sería muy poco cariñoso que no lo hicieras" (p.77).

Si bien Algernon, con su parlamento, se jacta del intento fallido de Jack de hacer desaparecer a Ernest, lo principal en este diálogo es el entramado de paradojas que convierten a un tema como la muerte en una trivialidad cómica. La ironía de esta situación particular yace en que Algernon dice que quiere acompañar a su amigo en el luto, cuando ambos saben bien que el luto de Jack es una falsedad -ya que obedece a la muerte de un ser ficticio-. Otra situación irónica, en términos dramáticos, de la cual el espectador de la obra es cómplice, es el momento en el que Cecily habla sobre Bunbury: "Tío Jack, sé bueno. En todo el mundo hay algo bueno. Ernest acaba de hablarme de su pobre amigo inválido, Mister Bunbury, al que visita con tanta frecuencia. Y no hay duda de que hay algo bueno en un hombre que es cariñoso con un inválido y que se aleja de los placeres de Londres para permanecer junto a un lecho de dolor" (p.74).

La situación constituye una ironía dramática en tanto el público, así como el protagonista a quien Cecily dedica el parlamento, conoce una verdad que Cecily ignora: la inexistencia del supuesto amigo inválido llamado Bunbury. Tal como se explicó anteriormente -y como Algernon mismo expuso ante Jack en el primer acto- el “bunburysmo” no parece una práctica sacrificada -como expone Cecily- sino más bien hedonista: al visitar a “Bunbury”, Algernon no se “aleja de los placeres”, sino, justamente, va en busca de ellos.

Por otra parte, en este acto aparecen dos nuevos personajes que tendrán implicancia en la resolución de la trama. Por un lado, Miss Prism, quien luego se presentará como un personaje clave para el develamiento del verdadero origen familiar del protagonista; por el otro, el cura Chasuble, a quien tanto Jack como Algernon recurren para resolver su voluntad de bautizarse con el nombre de Ernest. Sin embargo, en este acto los diálogos entre Miss Prism y Chasuble adquieren otra función dentro de la pieza: escenificar, nuevamente, ciertos aspectos de la sociedad victoriana que Wilde representa satíricamente. "(...) No parece usted darse cuenta, querido doctor, de que la soltería persistente convierte al hombre en una tentación pública permanente. Los hombres deberían tener más cuidado; el celibato hace que se echen a perder los caracteres" (p.67), dice Miss Prism.

Como se señaló anteriormente, uno de los valores más enarbolados por la sociedad victoriana es el de la “decencia” que, en cuanto a la sexualidad, se traduce como castidad. Sin embargo, como también se señaló, las exigencias que dichos valores ponen sobre los individuos solían producir un efecto contrario al buscado, que es el de la proliferación de lo sexual. De algún modo, Miss Prism pone en palabras esta paradoja: el celibato, la castidad, no protegen al hombre de la acechante sexualidad tan temida, sino que por el contrario lo exponen a ella, convirtiéndolo en una “tentación”. Varias insinuaciones de índole sexual tienen lugar, en esta misma línea, entre dos personajes que se supone no deberían seducirse; es decir, Miss Prism y el cura.

En relación con lo anterior, aparece en escena un tema recurrente en la literatura de Wilde, que es el de la belleza física como objeto de deseo:

ALGERNON: Es usted la muchacha más bonita que he visto nunca.

CECILY: Miss Prism dice que toda la belleza física es una trampa.

ALGERNON: Una trampa en la que todo hombre sensato le gustaría dejarse coger. (p.67)

Las palabras de Miss Prism que Cecily recupera, bien se pueden poner en línea con las propias declaraciones de la institutriz. En boca de un personaje femenino avanzado en edad, las teorías de Miss Prism acerca de que la belleza física es una “trampa” parecen obedecer más a la propia frustración que a una verdad objetiva. Miss Prism, a lo largo de sus conversaciones con Chasuble, suele exponer como verdades ciertas hipótesis que, en realidad, le resultan convenientes: "(...) Siempre se puede uno fiar de la madurez. Las mujeres jóvenes están verdes" (p.68).

La metáfora utilizada por Miss Prism busca subvertir la analogía que comúnmente cataloga a la juventud como el momento de mayor esplendor, usualmente representada con la imagen de la primavera. Diciendo que las mujeres jóvenes están “verdes”, en oposición a la madurez de las mujeres más avanzadas en edad, Miss Prism procura reconfigurar la jerarquía del sistema que analoga las edades de las personas con los ciclos de la naturaleza. Según su teoría, la juventud no se corresponde con el esplendor de la naturaleza ni su florecimiento: el “verde” refiere al fruto que no ha alcanzado aún el estado correcto. La “madurez”, en esta línea, sería tanto en el cuerpo humano como en los frutos naturales, el momento de esplendor.