Capítulo XVII
Resumen:
Frankenstein reanuda su narración al comienzo de este capítulo. Desconcertado por la historia de la criatura y enfurecido por su relato de la muerte de William, Víctor se niega al principio a crear una compañera para él. Argumenta que su "maldad unida" sería suficiente para destruir el mundo. La criatura le responde que él solo es malvado como resultado de su desdicha: ¿por qué debería enfrentar el desprecio del hombre sumisamente? Si recibe odio, solo con odio puede responder. Apela a la empatía de Víctor, y le pide que le brinde una pareja para compartir su sufrimiento. Si cumple, la criatura promete abandonar la compañía de la humanidad para siempre.
Frankenstein no puede evitar ver la justicia de este argumento. Aunque siente cierta compasión por la criatura, la repugnancia frente a su apariencia pronto reemplaza su compasión por horror y odio. La criatura continúa suplicando: "Mis pasiones son hijas de una obligada soledad que detesto", dice, por lo que en compañía de otro se mostrarían sus virtudes, y se uniría así a "la cadena de la existencia y los acontecimientos" de la que ahora está excluido.
Víctor está desgarrado. Piensa en la fuerza sobrenatural de la criatura y en la gran destrucción que aún podría causar. Por lo tanto, decide cumplir con su petición para salvar a su familia y al resto de la humanidad. La criatura dice que observará ansiosamente su progreso y luego lo dejará tranquilo. Víctor desciende de la montaña con "un peso en el corazón" y regresa a Ginebra sumamente amargado.
Análisis:
La característica más importante de este capítulo es la manera en la que la criatura convence a Frankenstein de cumplir su deseo. A lo largo de la mayor parte de la conversación, el tono de la criatura es extremadamente razonable. De hecho, el deseo de una compañera parece casi noble. De esta manera, se despojaría de su anhelo de violencia y venganza, y llevaría una vida sin culpa.
Al alinear su malicia con su desdicha, está culpando implícitamente a Frankenstein por aquello en lo que se ha convertido: tal acusación, sin embargo, logra evocar la simpatía de Víctor y la del lector. La criatura a menudo se refiere a Frankenstein como "tú, mi creador": esta doble apelación no solo sirve para recordarle a Víctor la responsabilidad que tiene por dar vida a la criatura, sino que es también un título complementario que le pide ayuda.
Mientras habla, la sintaxis de la criatura adquiere un tono casi bíblico: con frecuencia usa el verbo "deber" ("shall" en inglés), que apela tanto al mandato como a la profecía. Por lo tanto, le está informando sutilmente a Víctor que no tiene otra opción en este asunto: su aquiescencia ya es un final inevitable.
Capítulo XVIII
Resumen:
Pasan las semanas, y Víctor no puede comenzar su trabajo. Aunque teme la ira de la criatura, no puede superar su aborrecimiento de la tarea. Se da cuenta de que se requieren varios meses de estudio antes de poder comenzar a crear la segunda criatura. Decide estudiar en Inglaterra, ya que los descubrimientos de un filósofo inglés resultan esenciales para su investigación. Pero pospone indefinidamente pedirle permiso a su padre para irse y, en cambio, se queda en Ginebra. Su hogar es muy beneficioso para su salud y su espíritu, y una vez más se ha vuelto fuerte y está alegre. Cuando la melancolía lo abruma (como inevitablemente sucede), se refugia en la soledad y recupera rápidamente su buen humor.
Frankenstein padre, que ha observado estos cambios con placer, le pregunta a Víctor por su reciente deseo de soledad. Se pregunta si Víctor ya no desea casarse con Elizabeth, pero no se lo ha dicho por temor a decepcionarlo. Víctor le asegura que nada podría estar más lejos de la verdad: anhela casarse con Elizabeth, pero primero debe satisfacer el deseo de visitar Inglaterra. La idea de casarse con su amada con su odiosa tarea aún incompleta le resulta insoportable. Víctor oculta sus verdaderas razones para ir al extranjero, y su padre acepta de inmediato su solicitud. Se decide que él y Elizabeth se casarán inmediatamente después de su regreso a Ginebra.
Henry Clerval se alista para acompañar a Víctor en su viaje. A este no le gusta la idea al principio, ya que quería emprender su tarea en perfecta soledad. Sin embargo, se emociona al ver a Clerval y concluye que la presencia de Henry evitará que la criatura observe el progreso de su trabajo. Aunque Víctor se siente acosado por el temor de que la criatura cause estragos en su familia durante su ausencia, recuerda que ésta se ha comprometido a seguirlo donde quiera que vaya. Aborrece la idea de viajar en compañía del monstruo, pero se da cuenta de que así garantizará la seguridad de sus seres queridos. En este momento, se siente "esclavo" de su criatura.
Víctor y Clerval se encuentran en Estrasburgo y viajan en barco por Alemania y Holanda, y desde allí a Inglaterra. Llegan a Londres en diciembre.
Cuando recuerda el viaje, a Frankenstein le sorprende cuán diferente era el estado de Clerval del suyo. Clerval estaba enteramente fascinado con el paisaje natural, que amaba con un ardor sin igual, mientras que Víctor estaba atormentado por la melancolía, y se sentía un "miserable desdichado". Víctor se lamenta al recordar a Clerval, a quien todavía considera un hombre de valor y belleza sin igual.
Análisis:
La decisión de Víctor de casarse con Elizabeth inmediatamente después de su regreso de Inglaterra parece temeraria: no tiene forma de saber qué será de su pacto con la criatura. El matrimonio, tanto para el padre de Víctor como para él mismo, representa el cumplimiento de todas las esperanzas y expectativas de la familia: servirá para restablecer el orden en la familia Frankenstein después de los terribles acontecimientos que han sufrido. La unión de Elizabeth y Víctor afirmará que nada ha cambiado, que la vida continúa como de costumbre. Sirve, por lo tanto, como una flagrante afrenta al deseo de la criatura de vengarse de su creador. De hecho, el matrimonio no puede sino ser sumamente ofensivo para la criatura, que ha sido privada de toda esperanza de amor y compañía. Es importante tener en cuenta que el matrimonio de Víctor depende de la criatura: es decir, él y Elizabeth solo se unirán si la criatura recibe a su vez una compañera.
La felicidad de Frankenstein, en este punto de la novela, está indisolublemente ligada a la de su creación. Por eso se siente esclavo de la criatura. Ellos son ahora dobles: como la criatura, Víctor sufre de una soledad impenetrable, y su felicidad en pareja depende de la compasión de otro. También como él, se siente un "miserable desdichado" no apto para la sociedad humana. La cuestión de quién es el creador y quién el creado se volverá más confusa a medida que la novela se acerque a su inevitable final.
El cuestionable sentido de la ética de Víctor reaparece en su decisión de ocultar sus verdaderos motivos para viajar a Inglaterra. Expresa abiertamente el temor de estar exponiendo a su familia al peligro y, sin embargo, nunca piensa en alertarlos de la amenaza. No se proporciona ninguna razón para explicar esta deliberada omisión. El lector solo puede tomarlo como una ilustración más del egoísmo del narrador. El hecho de que termine el capítulo hablando de Clerval en tiempo pasado, como un mero recuerdo, presagia las consecuencias catastróficas que tendrá este engaño.
Capítulo XIX
Resumen:
En Londres, Clerval se ocupa de visitar a hombres eruditos e ilustres. Víctor no puede acompañarlo, ya que está demasiado absorto en la realización de su odiosa tarea. Piensa que el viaje le habría causado un placer indescriptible cuando aún era un estudiante, pero ahora lo único que quiere es estar solo. "Veía una barrera insalvable entre mis semejantes y yo", reflexiona.
Para Víctor, Clerval es la imagen de su yo más joven: está lleno de emoción y curiosidad, y está haciendo planes, en ese momento, para viajar a la India. Los dos hombres reciben una carta de un amigo en común que los invita a visitarlo en Escocia. Aunque Víctor detesta a toda la sociedad humana, acepta ir para no decepcionar a Clerval. También espera ver las montañas una vez más.
Los dos se dirigen a Escocia a finales de marzo. Víctor considera que "estaba hecho para una felicidad sosegada", tras haber pasado su juventud disfrutando de la naturaleza y la contemplación de los logros humanos. Ahora se siente "un árbol seco", un ejemplo de la humanidad destrozada y abandonada.
Clerval y Frankenstein pasan un tiempo en Oxford, donde aprenden sobre la historia inglesa. Por un breve momento, dice Víctor: "me atreví a sacudirme las cadenas y a mirar a mi alrededor con espíritu sereno y libre". Sin embargo, casi de inmediato recuerda la tarea pendiente y es devuelto a su anterior desesperación.
Finalmente llegan a Escocia. Víctor es vencido por el temor de haber descuidado su trabajo demasiado tiempo, y de que la criatura lance su ira contra su familia o su amigo. Aguarda atentamente las cartas de Ginebra, y sigue a Henry como si fuera su sombra.
Después de visitar Edimburgo y otras ciudades, Víctor abandona a Henry, decidido a terminar su trabajo en un remoto rincón de la campiña escocesa. Su amigo le insta a que se apresure a volver, ya que se sentirá solo sin la compañía de Víctor.
Frankenstein dedica la mayor parte de sus mañanas al trabajo, y camina por las noches en la playa pedregosa. El horror que le provoca su tarea aumenta a diario, en marcado contraste con el entusiasmo con el que realizó su primer experimento. Se pone más y más ansioso y le causa cada vez más terror la posibilidad de encontrarse con su monstruo. Considera su nueva creación con una mezcla de esperanza y "oscuros presagios".
Análisis:
El símbolo del árbol seco es crucial para comprender en qué se ha convertido Frankenstein. Un árbol es un organismo vivo que se ramifica y se propaga ampliamente. Un árbol "seco" se divide en el medio, desprendido de sus raíces, incapaz de registrar sensaciones. La felicidad que Víctor disfrutó tan despreocupadamente está ahora manchada por los recuerdos del pasado y las visiones del futuro. Ya no puede encontrar consuelo, su alma no puede disfrutar de la manera que alguna vez lo hizo.
Víctor y su criatura se han enredado inextricablemente. Ambos están separados de la humanidad por "una barrera insalvable": para la criatura, esa barrera es su deformidad; para Frankenstein, es su culpa. El viaje de Víctor por el norte de Europa parece ser una versión condensada del propio viaje de la criatura: ambos reflexionan sobre cómo una vez pudieron encontrar consuelo en la naturaleza y las historias de los logros humanos (recuérdese el descubrimiento de la criatura del bolso con libros). Ahora, nada puede aliviar su sufrimiento.
La Escocia en la que Frankenstein emprende su segundo experimento es "un paisaje desolado y horrible", reflejando así la desolación y el horror en el corazón de Víctor. Al final del capítulo, el lector comparte los "oscuros presagios" del narrador.
Capítulo XX
Resumen:
Es de noche. Frankenstein se sienta en su laboratorio, contemplando los posibles efectos de este segundo experimento. Se horroriza cada vez más por su tarea y se atormenta por una serie de preguntas: ¿será esta segunda criatura aún más maligna que la primera? ¿Se negará ella, a diferencia de su compañero, a abandonar la compañía del hombre? ¿Despreciará cada uno la deformidad del otro como espejo de su propio aspecto? A Frankenstein le repugna la idea de que los dos monstruos puedan engendrar hijos y crear así una nueva raza que podría destruir a toda la humanidad. Víctor decide que desencadenar tal flagelo sobre la humanidad sería de lo más egoísta.
Víctor mira hacia la ventana para ver a la criatura sonriéndole desde detrás del cristal. Mientras el monstruo mira, Frankenstein destruye la creación a medio terminar. La criatura aúlla con furia y desesperación, y luego desaparece.
Varias horas después, la criatura visita a Víctor mientras este está sentado en su laboratorio, perdido en una triste contemplación. La criatura le reprocha haber roto su promesa, y le pregunta si todas sus dificultades y sufrimientos han sido en vano. Cuando Frankenstein jura nunca crear otro ser como él, la criatura lo llama su "esclavo" y le recuerda: "Tú eres mi creador, pero yo soy tu amo". Al ver que no convencerá a Frankenstein con amenazas, la criatura jura que se vengará de él, y lo deja con una promesa escalofriante: "Estaré contigo en tu noche de bodas".
Frankenstein pasa la noche sin dormir, llorando ante la idea de cuán grande sería la pena de Elizabeth si su amado fuera asesinado. Resuelve no caer ante su enemigo sin luchar.
Llega una carta de Henry, que le ruega a su amigo que lo encuentre en Perth para avanzar juntos hacia el sur. Víctor decide reunirse con él en dos días. Mientras se deshace de los restos de su segunda creación, Víctor se siente sumamente disgustado, como si hubiera profanado carne humana viva. Resuelve lanzar los restos al mar.
A eso de las dos de la mañana, Víctor se sube a un pequeño bote y se aleja de la costa. Se deshace de los restos y continúa navegando. Sin embargo, pronto se cansa y se queda dormido en el fondo del bote.
Al despertar, Víctor se aterroriza al descubrir que su frágil nave está a la deriva en aguas peligrosas. Piensa en cómo su muerte dejaría a su familia a merced de la criatura. Este pensamiento es una tortura para él y casi lo enloquece. A pesar de su desdicha, Víctor se aferra aún a la vida: se regocija cuando logra quedar fuera de peligro y llega a salvo a las costas irlandesas.
Una multitud observa su acercamiento con sospecha. Lo insultan y le gritan que es un villano. En su desconcierto, le dicen que debe ir a ver al magistrado, ya que es sospechoso por la muerte de un hombre encontrado muerto la noche anterior.
Análisis:
La decisión de Víctor de abandonar su segundo experimento llena al lector de ambivalencia. Si bien parece estar motivado por preocupaciones humanitarias, también está claro que expondrá a su familia y sus amigos a un grave peligro si no cumple con la solicitud de la criatura. Sin embargo, parece que esta posibilidad no se le ocurre a Víctor: supone inexplicablemente que la ira de la criatura caerá sobre él, y no sobre Elizabeth, en su inminente noche de bodas. Sin embargo, el lector solo puede esperar lo contrario: al destruir su segunda creación, ha destruido a la pareja de la criatura y, con ella, cualquier posibilidad de felicidad. La criatura, nos imaginamos, responderá de la misma manera.
Creador y creado continúan reflejándose mutuamente, aunque su relación se confunde ahora irremediablemente: Víctor es el "esclavo" de la criatura, y su vida se ve completamente diseñada por ella. Ya no está claro quién es el creador y quién la creación, quién el padre y quién el niño.
Por supuesto, la relación de Víctor con la criatura se parece más a la de una madre con su hijo que a la de un padre con el suyo: después de todo, es una madre la que le "da un cuerpo" a un niño. Víctor se encuentra ahora en una posición subordinada en relación a su criatura, una posición que está cargada de implicaciones de feminidad. Algunos comentaristas han leído la promesa de la criatura de estar con Víctor en su noche de bodas como una amenaza sexual, una forma de reclamar el cuerpo de Víctor tanto como su alma. La versión cinematográfica de Frankenstein, dirigida por James Whale, también interpreta sexualmente esta amenaza. Whale, sin embargo, consideraba que la relación entre creador y creado era homoerótica. Si la criatura se interpone entre Víctor y Elizabeth (y si Víctor hace lo mismo entre la criatura y su pareja), lo hacen con el fin de tenerse el uno al otro. El monstruo, como el Hyde de Stevenson, puede ser considerado como la parte perversa del personaje de Víctor. Ha sido muy común que críticos y lectores consideraran la homosexualidad como el acto más perverso del que el hombre y la criatura podían ser capaces.
La cercanía a la muerte que Víctor experimenta en el mar es extrañamente irónica: Frankenstein podría haber perecido, quitándole así a la criatura la venganza que tanto anhelaba. De esta manera, podría haber escapado de la criatura y salvado a su familia indefensa. En cambio, se aferra obstinadamente a la vida y, milagrosamente, logra llevar el bote a la orilla. La historia sugiere que el destino de Frankenstein está en manos de su creación: no se salvará de la catástrofe final.