Divinas palabras

Divinas palabras El esperpento

Según la RAE, el término “esperpento” define a una persona o cosa que se destaca por su fealdad o su apariencia desalineada. Valle-Inclán utiliza este término por primera vez en la famosa escena XII de Luces de bohemia, donde los personajes tienen una conversación acerca de cuál debe ser la nueva estética del arte. El protagonista, Max Estrella, afirma: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada” (2017, p. 203).

Esta conversación es considerada el manifiesto del esperpento. Por eso mismo, Luces de bohemia, pieza de 1920, es catalogada como la obra en la que Valle-Inclán inaugura el esperpento como género literario. A partir de entonces, todas las obras del autor se enmarcarán dentro de él. Entre ellas, cabe destacar las pertenecientes al “ciclo mítico” (como Divinas palabras) y Los cuernos de Don Friolera (1921), El terno del difunto (1926) y La hija del capitán (1930).

Tal como lo indica la cita, el objetivo principal del esperpento es presentar la realidad deformada y así abordar la trágica vida española. Para conseguirlo, hace uso de una serie de recursos y cobra ciertas características:

· La utilización del grotesco.

· La composición de personajes exageradamente degradados, tanto moral como físicamente.

· La utilización del lenguaje coloquial mezclado poéticamente con el lenguaje solemne. Es importante destacar que Valle-Inclán no intenta imitar de manera realista el lenguaje coloquial, vulgar de las clases humildes (como lo haría el realismo), sino que lo deforma.

· La exagerada utilización del contraste a fin de generar efectos cómicos.

· La crítica satírica y moral.

· La presencia constante de la muerte.

· Las escenas crueles, trágicas, abordadas siempre desde la comicidad.

· La utilización de ambientes y personajes marginales.

Según el mismo Valle-Inclán, el esperpento tiene sus precedentes estéticos en la literatura satírica y moral de Francisco de Quevedo y en algunas pinturas de Francisco Goya. Aunque el autor no nombra ninguna pintura en particular, probablemente “El aquelarre” sea la más representativa. Según Pedro Salinas, el esperpento es, en definitiva, un modo desesperado de sentir lo español, es decir, de abordar el sentimiento de tragedia constante, característico de la idiosincrasia española, de un modo artístico que supere el puro lamento.

Además, es fundamental destacar que Valle-Inclán perteneció a la Generación del 98’, una camada de grandes escritores españoles como Miguel de Unamuno y Pío Baroja, entre otros, que se opuso férreamente al realismo español, corriente literaria imperante a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La Generación del 98’ no compartió una estética, pero sí el sentimiento de que el realismo estaba agotado, de que era momento de transmitir la decadencia de España al arte —España a fines del siglo XIX sufrió una gran crisis bélica y, por lo tanto, económica—, y que ese modo no podía tener los atisbos de grandeza del realismo. Así, había que buscar nuevas estéticas.

En ese contexto, Valle-Inclán optó por crear el esperpento, un estilo que intenta demostrar que la realidad no tiene una esencia, una verdad, sino que cada uno la deforma desde su subjetividad poética, sensible. El esperpento es, en definitiva, una propuesta literaria que permite combinar la crítica social con la expresión más pura del yo, sin tener que rendir cuentas a una supuesta verdad esencial, sino demostrando que la verdad es solamente la que uno percibe.

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