Adán Buenosayres

Adán Buenosayres Ironía

Adán Buenosayres se refiere a Samuel Tesler como "ilustre" (Ironía verbal)

En el Libro Primero, Adán Buenosayres visita la habitación número 5 de su edificio, donde vive su amigo Samuel Tesler. El filósofo se encuentra durmiendo y el protagonista describe la decadencia general del espacio: está oscuro, desordenado y sucio. También recorre algunas anotaciones del amigo, que se cree un genio, y las presenta como locuras, disparates. Tesler suele dormir hasta tarde, y en esta oportunidad ya es el mediodía, por lo que Adán decide despertarlo y, para hacerlo, le dice burlonamente: "—¡Arriba, ilustre profesor de sueño!" (40). La idea de "ilustre" es usada con ironía por el protagonista para destacar el desorden caótico de la vida de su amigo, lo contrario a la cotidianeidad sofisticada que, se supone, tiene una persona ilustre. Cabe destacar, en ese sentido, que Tesler no tiene un trabajo, sino que pasa sus días durmiendo y vagabundeando.

Lucio Negri afirma que Samuel Tesler sabe más que Hegel (Ironía verbal)

En la tertulia de la casona de Saavedra, se producen debates entre los amigos del protagonista, disparatados y alborotados, y los otros dos jóvenes presentes que representan la sensatez, la cientificidad y el sentido común. Así, ante la arrogancia de Tesler, quien pretende corregir las visiones de uno de los principales filósofos europeos, Negri comenta: “—¡Es claro —le dijo Lucio—, usted sabe más que Hegel!" (113). El comentario es irónico, ya que Lucio insinúa exactamente lo contrario de lo que piensa: cree que Samuel Tesler es un charlatán y que sus ideas son las de un loco. La ironía aparece en boca de este antagonista momentáneo como recurso para defenderse en la conversación, porque las ideas estrafalarias de los amigos de Adán Buenosayres son postuladas con arrogancia y cierta agresividad, como burlándose de todo el mundo.

Adán Buenosayres felicita al Director de la escuela donde trabaja (Ironía verbal)

En el Libro Quinto, el narrador relata las memorias de Adán como maestro de una escuela ubicada frente a la Plaza Irlanda, en Buenos Aires. El comienzo de esta secuencia narrativa ubica al protagonista junto a dos colegas espiando una reunión entre el Director de la escuela y la madre de un niño que ha hecho travesuras. Los tres maestros se burlan del Director por ser un hombre demasiado apegado a las normas. Cuando termina la reunión, el hombre se cruza con el protagonista y le dice: "—¡Han reaccionado! —exclama el Director—. ¡La madre y el niño han reaccionado positivamente!", a lo que Adán responde irónicamente: "—Mis felicitaciones —le dice Adán, guiñándole un ojo al puntano Quiroga que ríe disimuladamente a su izquierda" (371). La ironía es nítida, ya que las palabras van acompañadas de ese guiño de ojo hacia su colega, el maestro Quiroga, y, además, los lectores sabemos desde el comienzo que estos maestros están en desacuerdo con las posturas y metodologías de su jefe.

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